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miércoles, 30 de abril de 2014

Narrar en primera, segunda o tercera persona








Los escritores se sientan en la cabina del aeroplano y despegan desde la perspectiva más cómoda a su forma de narrar. Sin embargo, muchas veces habrá que adentrarse en el triángulo de las Bermudas (yo, tú, el) y elegir uno de los vértices.
Los vuelos literarios los emprende un escritor, que de la mano de un narrador, cuenta la historia de un personaje a un lector. El punto de vista de la narración es uno de los aspectos clave. ¿Quién cuenta?
Contamos siempre desde una perspectiva. El punto de vista del narrador sustituye, como excusa literaria, al escritor. El pronombre (yo, tú, él), en español, se puede suprimir. La propia conjugación del verbo nos remite al sujeto. La tercera persona puede sustituirse por cualquier sustantivo, cosa o animal, mientras que la primera y la segunda persona expresan un diálogo humano.

TRES TIPOS DE NARRADORES

Narraciones en primera persona
La ventaja del «yo» radica en que convenzo al lector por mi verosimilitud. Mi fuerza radica en el grado de intimidad que expreso. Con el uso de la primera persona gramatical, indico que fui testigo de lo acaecido.
Narraciones en tercera persona.
La tercera persona cuenta desde fuera la acción, mediante un narrador oculto y sabelotodo. El autor impone su autoridad. Él conoce tanto la acción como las sensaciones y pensamientos del personaje.
Narraciones en segunda persona.
La segunda persona te cuenta una historia en forma de diálogo entre dos, pero en el que sólo te habla uno. Con el tú, provocas empatía entre el lector y el protagonista. En un primer momento, sobresaltas al lector, porque éste se siente aludido y acusado. Sólo después, le adviertes que no era a él a quien hablabas, sino al protagonista.
La diferencia principal para clasificar los tipos de narradores proviene del hecho de que éstos participen (o no) como protagonistas de la acción. Narrar en primera persona implica que el narrador es uno de los personajes. El punto de vista elegido tiene una función dentro del relato y la elección será clave para finalizar la historia.
Como ejercicio, un ejemplo. Escribiremos de nuevo, en segunda y en primera persona, El eclipse, de Augusto Monterroso. Para ver el efecto del cambio.

«Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable, definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. (…) Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo».

Si lo comienzo en primera, veo que el cuento carece de consistencia, porque el personaje, al final, muere. Si lo narras en segunda, como lector te preguntas por qué el narrador no evitó el desenlace. Con este ejemplo, tenemos la respuesta. El porqué de la tercera persona elegida por el escritor guatemalteco para eclipsarnos.

 Ejemplos:


  • Martín y Erika estaban sentados bajo la sombra de un árbol. – Tercera persona.
  • Estabas sentado junto a Erika bajo la sombra de un árbol. – Segunda persona.
  • Me senté junto a Erika bajo la sombra de un árbol. – Primera persona