Otoño en el Retiro
Cuando el otoño tiñe el Retiro,
se encienden los árboles en llamaradas,
doradas hojas que bailan al giro
del viento suave entre las fachadas.
El lago guarda el cielo quebrado,
en espejos verdes y ocres pintado,
y un susurro de ramas, leve y callado,
habla de días que el tiempo ha dorado.
El sendero cruje bajo los pasos,
alfombra de cobre que invita a soñar,
y el aire lleva, en sus dulces abrazos,
el perfume a tierra y sombras de azar.
Cada rincón se torna un poema,
bajo la luz que se va apagando,
y en las hojas muertas, surge el emblema
de un ciclo eterno que sigue girando.
En Madrid, el Retiro es fuego y calma,
un lienzo vivo de nostalgia y arte,
y en su fulgor otoñal, siento en el alma
que la belleza siempre vuelve a su parte.