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jueves, 30 de octubre de 2025

La Técnica Narrativa de Valle-Inclán: De la Estética Modernista al Esperpento

 

La Técnica Narrativa de Valle-Inclán: De la Estética Modernista al Esperpento



Introducción

Ramón María del Valle-Inclán (1866–1936) constituye una de las figuras más innovadoras y transgresoras de la literatura española del siglo XX. Su evolución estética, desde el modernismo hasta el esperpento, implica una transformación profunda de la técnica narrativa. En su obra, el lenguaje deja de ser un medio descriptivo para convertirse en instrumento creador de realidad, un espejo deformante donde la palabra adquiere valor moral y estético.


1. La estilización modernista: la palabra como arte absoluto

Las primeras obras narrativas de Valle-Inclán, especialmente las Sonatas (1902–1905), responden al ideal modernista de la belleza formal. La narración se centra en la evocación sensorial, el ritmo y la musicalidad. En Sonata de Otoño, el Marqués de Bradomín describe el paisaje con una prosa plástica y simbólica:

«Era una tarde triste, de oro viejo, y en el fondo del jardín, sobre los cipreses, se destacaban las torres del convento» (Valle-Inclán, 1902, p. 45).

La descripción se impone sobre la acción; el lenguaje se convierte en fin en sí mismo. Como observa Gullón (1981), la técnica narrativa de las Sonatas no busca la representación de lo real, sino la creación de un universo estético autónomo. El narrador, profundamente subjetivo, construye un mundo regido por la sensación y la memoria, donde el tiempo narrativo se pliega sobre la conciencia artística del protagonista.


2. El esperpento: deformar para revelar

El concepto de esperpento, formulado en Luces de Bohemia (1920), constituye la culminación de la técnica narrativa de Valle-Inclán. En la escena XII, Max Estrella define su estética con palabras que condensan toda la poética del autor:

«El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. [...] Los héroes clásicos han ido a pasearse al Callejón del Gato» (Valle-Inclán, 1920, p. 186).

La deformación, lejos de ser un recurso caricaturesco, se convierte en un procedimiento epistemológico: se deforma para conocer. El lenguaje se carga de ironía, los personajes se desfiguran en máscaras grotescas, y el relato adopta una estructura fragmentaria y visual.

La narración, o más bien la sucesión de escenas, imita el montaje cinematográfico. Por ejemplo, la descripción de los ciegos en la calle de San Jerónimo presenta una composición plástica y dinámica:

«Por la calle de San Jerónimo baja un grupo de ciegos con sus lazarillos. Llevan colgando las guitarras a la espalda y repican las sonajas» (Valle-Inclán, 1920, p. 97).

Esta técnica convierte la escena en un cuadro en movimiento, anticipando recursos del montaje literario moderno.


3. Perspectivismo y montaje narrativo en Tirano Banderas

En Tirano Banderas (1926), Valle-Inclán lleva su técnica narrativa a la madurez. La novela introduce el montaje narrativo y el perspectivismo como principios estructurales. El relato se construye mediante escenas breves, yuxtapuestas, con continuos cambios de punto de vista.

El retrato del dictador Santos Banderas combina ironía y caricatura, subvirtiendo el realismo:

«Era el Excelentísimo Señor don Santos Banderas, hombre pequeño, seco, de bigotillo recortado, con unas manos muy blancas que siempre olían a tabaco perfumado» (Valle-Inclán, 1926, p. 12).

El tono aparentemente solemne encubre una crítica feroz al autoritarismo. El lenguaje fluctúa entre lo culto y lo popular, lo lírico y lo grotesco, generando una textura verbal polifónica que desarticula la narración tradicional.

Como señala Rico (1990), la técnica del montaje en Tirano Banderas transforma la novela en un arte de contrastes, donde la discontinuidad expresa la violencia del mundo representado.


4. Ritmo, simbolismo y estructura musical

En toda la obra de Valle-Inclán, el ritmo narrativo tiene valor estructural. Su prosa se asemeja a una composición musical: alterna repeticiones, pausas y cadencias que generan una musicalidad interna. En Sonata de Primavera, el narrador afirma:

«Yo amaba el sonido de las palabras como otros aman el perfume de las flores» (Valle-Inclán, 1904, p. 72).

La musicalidad del lenguaje se convierte en principio constructivo. Asimismo, el símbolo y el color funcionan como ejes estructurales: los objetos y las imágenes se repiten con valor poético, otorgando unidad estética al relato.


Conclusión

La técnica narrativa de Valle-Inclán constituye una de las aportaciones más decisivas a la renovación de la literatura española. Desde el preciosismo modernista hasta la descomposición formal del esperpento, su obra demuestra que la forma puede ser instrumento de conocimiento.

Valle-Inclán hizo del lenguaje una forma de visión moral: deformar es revelar. Su narrativa, atravesada por la ironía, la música y la crítica, convierte la palabra en espejo cóncavo de la sociedad. En este sentido, su técnica narrativa no es solo un hallazgo estético, sino también una ética de la representación: la verdad se alcanza mediante la belleza deformada.


Bibliografía (formato APA)

  • Gullón, R. (1981). Direcciones del modernismo. Gredos.

  • Rico, F. (1990). Historia y crítica de la literatura española, Vol. 6: Modernismo y 98. Crítica.

  • Valle-Inclán, R. M. del. (1902). Sonata de Otoño. Madrid: Librería de Fernando Fé.

  • Valle-Inclán, R. M. del. (1904). Sonata de Primavera. Madrid: Librería de Fernando Fé.

  • Valle-Inclán, R. M. del. (1920). Luces de Bohemia. Madrid: Espasa-Calpe.

  • Valle-Inclán, R. M. del. (1926). Tirano Banderas. Madrid: Espasa-Calpe.

domingo, 26 de octubre de 2025

Descansa, Alejandra

 Alejandra, panegírico.




Hay vidas que no se miden en años,
sino en la claridad que dejan al pasar.
Así fue la vida de Alejandra,
luz encendida en el corazón de los suyos,
mujer buena y madre ejemplar,
que supo convertir el dolor en enseñanza,
y la fe en baluarte.

Nació bajo el sol ardiente de Venezuela,
pero en su sangre sonaba, como música lejana,
el campanario de una aldea asturiana.
Porque su raíz —como toda raíz noble—
no conoce fronteras:
es patria del alma y linaje del amor.


De su padre heredó la firmeza;
de su madre, la dulzura;
y de Dios, el don mayor de ser madre.
Dos hijas dejó, como dos rosas vivas,
que perpetúan su ternura sobre la tierra.
En ellas palpita su voz, su mirada, su ejemplo.
Ellas serán, por los caminos del tiempo,
la forma visible de su inmortalidad.

Fue también hermana de gemelas,
de esas que comparten el secreto de la infancia
y la gracia de un mismo espejo.
Y fue amiga de todos,
porque en su corazón no había acequia ni frontera:
sólo espacio abierto, sólo mano tendida.

El destino —ese misterio que sólo Dios comprende—
puso ante ella la prueba del sufrimiento.
Y Alejandra, sin quejarse, aceptó la cruz,
con la serenidad de quien sabe
que en cada lágrima hay un resplandor de eternidad.
Su lucha contra la enfermedad fue oración constante,
y su sonrisa, aun entre el dolor,
acto de fe que conmovió al cielo.


Y ahora, cuando su cuerpo repose, Dios mediante,
en la tierra verde y piadosa de Los Carriles,
no será un entierro: será un retorno.
Allí donde su padre vio la primera luz,
ella dormirá su último sueño,
mientras los montes verdes murmuren su nombre
y las campanas antiguas recen por su alma.

Porque los buenos —los verdaderamente buenos—
no mueren:
se siembran.
Y de su siembra nacen paz, recuerdos y amor.
Y aunque el tiempo pase,
y el mundo gire sin pausa,
tu voz seguirá en las hijas que criaste,
en las risas que sembraste,
en los corazones que tocaste.


Descansa, Alejandra,
flor del alma y estrella del hogar.
Dios te reciba en su casa de luz,
donde ya no hay llanto ni espera,
y desde donde —lo sabemos—
seguirás velando por los tuyos
con esa sonrisa tuya,
que nunca se apaga,
ni siquiera en la eternidad.


El cielo te recibe,
la tierra asturiana te abraza,
y nosotros —los que te amamos—
guardamos tu nombre
como una oración que no termina.

Descansa, Alejandra.





domingo, 12 de octubre de 2025

Los Excubitores

 




 

Los Excubitores —nombre que en latín significa «centinelas» o «los que velan»— fueron una guardia imperial bizantina fundada hacia el año 460 d. C. por el emperador León I el Tracio.

Inicialmente compuesta por unos 300 soldados isaurios, esta unidad reemplazó a las antiguas Scholae Palatinae como principal cuerpo de protección del emperador. Su comandante, el Conde de los Excubitores (comes excubitorum), respondía solo ante el emperador y llegó a tener una influencia enorme en la corte. De hecho, varios emperadores —Justino I, Tiberio II Constantino y Mauricio— habían sido comandantes de los Excubitores antes de ascender al trono.

Durante los siglos VI y VII, el cuerpo mantuvo su prestigio, participando en campañas contra ávaros y persas. Sin embargo, con el tiempo, se fue convirtiendo en una formación ceremonial o de plaza de armas, hasta que su título pasó a ser más honorífico que militar.

Hacia el año 760, el emperador Constantino V reorganizó los Excubitores en uno de los tagmata, regimientos profesionales de caballería pesada, núcleo del nuevo ejército bizantino. En esta etapa dejaron de ser simples guardias de palacio y se transformaron en una fuerza de combate activa y leal al emperador, usada también como instrumento político en las disputas iconoclastas.

Entre sus miembros destacados figuran San Joanicio el Grande y Miguel II el Amoriano, quien llegó a emperador tras ser Doméstico de los Excubitores (nuevo título del comandante).

A lo largo de los siglos IX al XI, los Excubitores participaron en numerosas campañas, aunque sufrieron varias derrotas notables (Pliska, 811; Aqueloo, 917; Azaz, 1030). Su última mención histórica se da en la Batalla de Dirraquio (1081), donde fueron destruidos junto al ejército bizantino frente a los normandos.

⚔️ Estructura y funciones

  • Periodo inicial: unidad de élite de infantería palaciega, 300 hombres bajo mando directo del emperador.

  • Periodo medio: regimiento de caballería pesada (tagma), con miles de soldados repartidos entre Tracia y Bitinia.

  • Comandantes: el Conde de los Excubitores (siglos V–VII) y luego el Doméstico de los Excubitores (desde el siglo VIII).

  • Misión: proteger al emperador, servir de contrapeso político y militar, y participar en campañas imperiales.


En resumen, los Excubitores evolucionaron de ser guardaespaldas personales del emperador bizantino a convertirse en una unidad militar de élite que desempeñó un papel clave tanto en la política imperial como en las guerras del Imperio, hasta su desaparición en el siglo XI.

jueves, 2 de octubre de 2025

Himno

 





 I

Toda España es un grito de guerra,

todo el viento es consigna y es voz:

¡Españoles, limpiad esta tierra

de las hordas sin Patria y sin Dios!




II




No, rebaño servil, vuestros amos

no serán nuestros amos jamás.

¡Somos hijos de España, y llevamos

veinte siglos de Historia detrás!




III




Como ayer, pone Europa su gloria

en las manos de nuestro valor.

¡Otra vez será España en la Historia

jardinera de rosas de amor!




ESTRIBILLO




La mirada del claro Occidente

se ha colgado en nosotros, pendiente

de esta empresa de gloria y honor.

¡Consumad, españoles, la hazaña,

y pensad que morir por España

es morir por un mundo mejor!





José María Pemán