Alguna vez
he oído la tontería «el patrimonio debe ir con el matrimonio». Desde luego que
más de uno procurará que vayan unidos (y bien unidos), pero la única proximidad
real que presentan es la etimológica.
Nuestra voz «matrimonio» procede directamente de la latina MATRIMONIUM, que
significaba lo mismo que en español. Hemos heredado, por tanto, forma y valor
semántico. Sin embargo, en un primer momento, cuando esta palabra compuesta
apareció en Roma, tenía un significado levemente distinto: «ceremonia que hace
recordar a la madre legítima». Expliquemos esto con más detalle: los dos
elementos que integran esta palabra compuesta son MATER («madre») y el verbo
MONEO, MONES, MONERE, MONUI, MONITUM («hacer recordar»). Por tanto, el
MATRIMONIUM era el acto o la ceremonia que hacía recordar a una mujer como
madre legítima de la prole futura. Esto era necesario tanto para legitimar a la
esposa como a su descendencia, especialmente en una sociedad tan legalista como
la romana.
Pero podemos ir algo más allá: la palabra latina MATER hereda la forma
indoeuropea MATER. La lengua indoeuropea es la lengua madre del latín y de
muchas otras (entre ellas el griego clásico) y se habló aproximadamente entre
3500 a.C. y 1500 a. C. en un territorio vasto entre Europa y la India. Lo que a
mí me interesa reseñar aquí es la etimología de esta bellísima palabra: MATER.
En aquella remota lengua de las estepas centroeuropeas, «mamá» se decía «ma», y
está demostrado que el sufijo indoeuropeo que indicaba parentesco era "
-ter", por lo que la construcción del término MATER fue temprana. Este es,
pues, el origen de las hermosas palabras (mère, mâe, madre,
mother, mutter, etc.) con las que desde tiempo inmemorial
designamos a nuestras madres.
La otra palabra, «patrimonio», presenta un origen y una evolución
paralelos. El término latino PATRIMONIUM significaba lo mismo que en español («conjunto
de bienes poseídos»), pero, al igual que la palabra anterior, también
compuesta, tuvo en sus orígenes un valor semántico levemente distinto:
"bienes que se poseen de los padres" o lo que es lo mismo: «bienes
heredados de los padres». Los dos términos de esta forma compuesta son PATRES («los
padres»), y MONEO («hacer recordar», como se indica más arriba), por lo que en
su origen la voz PATRIMONIUM no era sino «bienes que perpetúan el recuerdo de
los padres», algo de especial relieve en una sociedad como la romana en la que
revestía una particular importancia el culto a mayores y antepasados.