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domingo, 2 de febrero de 2025

La guerra de las hazañas, (La toma de Granada)

  La guerra de las hazañas, (La toma de Granada) 




Pero, a pesar de todo el aparato técnico y moderno de aquel ejército, puede más que todo el aire perfumado y poético de Granada y su vega. La guerra toma en seguida un aire caballeresco de novela y romance. 
La emoción que en toda Europa ha producido, como dijimos, esta campaña, ha traído a ella aventureros y voluntarios de muchos países: alemanes, franceses, irlandeses. Son pocos, pero valientes y escogidos: vienen en busca de fama y gloria. 
Esto pica a los caballeros españoles, que se esfuerzan en oscurecerlos con su valor y arrojo. La guerra es como un continuo concurso de hazañas y valentías particulares, a ver cuál se lleva el premio, y el premio es una sonrisa de la reina, que sobre su caballo recorre a toda hora el campamento, con todo el sol de Andalucía sobre su pelo castaño. 
Por su parte, frente a ella, la Corte de Granada es también una Corte refinada y elegante. Sus caballeros salen a menudo de las murallas en plan de reto particular. Hay continuos encuentros y desafíos. 
Un día, un moro llamado Tarfe, famoso por su estatura gigantesca, llega solo hasta cerca de la tienda de la reina y dispara una flecha. Aquella noche, en respuesta, un caballero es pañol, Pérez del Pulgar, se mete en Granada matando a los centinelas de un postigo de la muralla, llega hasta la mezquita y en su pared clava su puñal con un cartel que dice: Ave María. Al otro día, el moro Tarfe aparece solo en el campo cristiano, arrastrando el cartel, amarrado a la cola de su caballo. Y otro caballero español, Garcilaso de la Vega, lucha con él en desafío y lo atraviesa con su espada.


JOSÉ MARÍA PEMÁN




ROMANCE DE GARCILASO DE LA VEGA

Figura 3. Viñeta del lance entre el Moro Tarfe y Garcilaso de la Vega.


















Cercado está Santa Fe
con mucho lienzo encerado
al derredor muchas tiendas
de seda oro y brocado,

Donde están duques y condes
señores de grande estado
y otros muchos Capitanes
que lleva el Rey don Fernando

Todos de valor crecido,
como ya lo habréis notado
en la guerra que se ha hecho
en el granadino estado.

Cuando a las nueve del día
un moro se ha demostrado,
encima un caballo negro
de blancas manchas manchado,

Cortados ambos hocicos,
porque lo tiene mostrado
el moro, que con sus dientes
despedace a los cristianos,

El moro viene vestido
de blanco, azul, encarnado
y debajo esta librea
traía un muy fuerte jaco,
y una lanza con dos hierros
de acero muy templado,
y una adarga hecha en Fez
de un ante recio extremado.

Aqueste perro, con befa,
en la cola del caballo,
la sagrada Ave María
llevaba, haciendo escarnio;

Llegando junto a las tiendas,
desta suerte le ha hablado:
¿Cuál será aquel caballero
que sea tan esforzado,
que quiera hacer conmigo
batalla en aqueste campo?

Salga uno o salgan dos,
salgan tres o salgan cuatro;
el Alcaide de los Donceles
salga, que es hombre afamado;

Salga ese Conde de Cabra
en la guerra experimentado;
salga Gonzalo Fernández
que es de Córdoba nombrado,

O si no Martín Galindo,
que es valeroso soldado;
salga ese Puerto Carrero
señor de Palma esforzado.

O el bravo Don Manuel
Ponce de León llamado,
–aquel que sacara el guante
que por industria fue echado
donde estaban los leones
y él lo sacó muy osado–;

Y si no salen aquestos,
salga el mismo Rey Fernando,
que yo le daré a entender
si soy de valor sobrado.

Los caballeros del Rey
todo lo están escuchando,
cada uno pretendía
salir con el moro al campo.

Garcilaso estaba allí,
mozo gallardo, esforzado,
licencia le pide al Rey
para salir al pagano.

«Garcilaso sois muy mozo
para cometer tal caso;
otros hay en mi Real
que darán mejor recaudo».

Garcilaso se despide
muy confuso y enojado
por no tener la licencia
que al Rey le ha demandado;

Pero muy secretamente
Garcilaso se había armado,
y en un caballo morcillo
salido se había al campo;

Nadie no le ha conocido,
porque sale disfrazado;
fuese donde estaba el moro,
desta suerte le ha hablado:

«Ahora verás el moro
si tiene el Rey don Fernando
caballeros valerosos
que salgan contigo al campo.
Yo soy el más menor de ellos
y vengo por su mandado».

El moro cuando lo vido
en poco lo había estimado,
y dice de aquesta suerte:

«Yo no estoy acostumbrado
hacer batalla campal
sino con hombres barbados;
vuélvete, rapaz, le dice,
y venga el más estimado».

Garcilaso con enojo,
puso piernas al caballo,
y arremete para el moro,
y un gran encuentro le ha dado

El moro que aquello vido
revuelve así como rayo;
comienza la escaramuza
con un furor muy sobrado.

Garcilaso, aunque era mozo,
mostraba valor sobrado,
dióle al moro una lanzada
por debajo del sobaco,
el moro cayera muerto,
tendido se había en el campo.

Garcilaso con presteza
del caballo se ha apeado,
cortado le ha la cabeza
y en su arzón la ha colgado.

Quitó el Ave María
de la cola del caballo,
y hincando las rodillas
con devoción la ha besado,
y en la punta de su lanza
por bandera había colgado.

Subió en su caballo luego
y del moro había tomado
cargado destos despojos,
al Real se había tornado.

Donde están todos los grandes,
también el Rey don Fernando
todos tienen a grandeza
aquel hecho señalado;
También el Rey y la Reina
mucho se han maravillado
en ser Garcilaso mozo
haber hecho un tan gran caso.

Garcilaso de la Vega
desde allí se ha intitulado,
porque en la Vega hiciera
campo con aquel pagano.

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