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viernes, 27 de enero de 2012

Cinema Paradiso theme






Un chiquillo enamorado del mundo del cine, crece al lado de un viejo proyeccionista que le enseña lo que sabe acerca del 7º arte, la vida y el amor. Sus acciones habrán de influir al chico aún muchos años después.

¡Bienvenidos!, Bienvenidos aquellos que han extraviado en el tiempo la historia de un amor inconcluso; bienvenidos aquellos que dejaron lo conocido y lo familiar en pos de un sueño prometido; bienvenidos esos que pensaron que la distancia y el tiempo eran el mejor paliativo para el dolor y bienvenidos todos los que se han sentido extraños en medio de pueblos conocidos.

Tarde gris, el viento camina de puntillas sobre las vías; en la plataforma, un viejo ciego abraza a un adolescente mientras le susurra al oído: «Este pueblo está maldito. ¡Vete!, vete y no vuelvas nunca. Y si algún día te gana la nostalgia y regresas… No me busques. No toques a mi puerta porque no te abriré. Busca algo que te guste y hazlo, ámalo como amabas de niño la cabina del Cinema Paradiso. Desde hoy, ya no quiero oírte hablar; ahora, quiero oír hablar de ti». Toto, el chico, sube al tren y lanza el último adiós a Fredo, el viejo, su amigo y mentor; con la mano también despide a su madre y hermana. Una nueva vida llena de éxitos le espera en Roma… aunque su corazón, por siempre hecho pedazos, se ha quedado eternamente en la localidad de Giancaldo.

En 1989, el alma del público se arrobó con una cinta italiana que terminó convirtiéndose en un clásico de la cinematografía mundial aún antes de ganar el Oscar a mejor película extranjera. No obstante, no era un secreto que Miramax había recortado el proyecto original de Giuseppe Tornatore en más de una hora. Tuvieron que desprenderse cinco años del calendario para que hoy, pudiéramos apreciar la historia original tal y como la concibiera su creador; no obstante he de decir que lo visto en aquellos días y lo que se ha lanzado hoy al DVD, son prácticamente dos películas distintas.
Ese año, fuimos testigos de la historia de un cine a través de los ojos de un niño, que más tarde se haría hombre y perdería, por convencionalismos sociales al amor de su vida. Hoy, el argumento es distinto; se trata de la vida de un hombre a través de la mirada del cine, un hombre que extravía la razón de su existir ante un error ciego y desgarrador que fractura la vida de dos amantes cuya historia no pudo ser.

Para aquellos que no han visto este diamante visual, Toto o Salvatore es un niño que vive con su madre y hermana en el pueblo de Giancaldo, una provincia diminuta en la Italia de la posguerra; su padre ha muerto en batalla en algún lugar de Rusia. El pequeño es un buen estudiante y su único defecto es un amor irrefrenable por el cine; todas las tardes, el ragazzo se lanza al Cinema Paradiso, la única sala del pueblo; allí forja una amistad con Alfredo, el cácaro o proyector, quien le enseñará la magia del 7º. Arte y sus legendarios personajes; de este modo, el chico no tendrá mas amistades que Marlon Brando, John Wayne, Greta Garbo,Clark Gable y Charles Chaplin. Los años transcurren, Toto crece y con la adolescencia le llega el amor en la persona de Elena, una deslumbrante joven que despide luz de sus ojos azules y ha arribado a estudiar al pintoresco lugar. Los padres de ésta, pertenecientes a la clase alta europea, tratarán de impedir a toda costa la relación, pues Toto es descendiente de una familia pobre.

Contada de este modo, Cinema Paradiso podría parecer otra cinta más del género dramático, no obstante la actuación demoledora de Philippe Noiret como Alfredo, la exquisita música de Ennio y Andrea Morricone, las enseñanzas de un viejo que sueña ver triunfar a un niño, el amor incondicional y absoluto de Salvatore por Elena y las metáforas maravillosas con el mundo del cine que flotan en el mismo aire de la producción, hacen del producto una obra maestra de la narración universal, una tragicomedia humana en la que todos en algún momento nos sentimos identificados, reconociendo en nosotros mismos la magia y la agonía de ser humanos.

Para los que nos sentamos en las butacas del Paradiso en 1989, muchas interrogantes se quedaron en el aire, especialmente aquellas indefinidas entre Elena y Salvatore. Durante muchas noches pudimos preguntarnos y qué hubiera ocurrido si… Bueno, pues la versión del director contesta de forma contundente estas preguntas, aunque es seguro que a muchos no habrá de gustarles la forma en que lo hace, ya que es hasta hoy cuando entendemos la intencionalidad de una de las frases de Alfredo: « La vida, Toto, no es como las películas, es más dura, más difícil».

Es tan dramático el cambio de sentido de una versión a otra, que al final pensamos haber visto dos películas distintas, ya que el material añadido, parece suficiente para una secuela; no obstante, los ecos de una relación imposible aún se oyen en el viento; Calisto y Melibea, Cyrano y Roxane, Romeo y Julieta, Salvatore y Elena…

Nuovo Cinema Paradiso es una oda a las salas de antaño, aquellas que dieron verdadera vida al cine; un canto a las estrellas del Hollywood de la época dorada y un viaje a las emociones más profundas de todo aquel que ha amado y se ha apasionado por una cosa o una persona. Sin embargo, es también una metáfora excelsa del amar sediento, del sueño irremediablemente imposible, de la preferencia de la agonía callada al conformismo hablado. Nuovo Cinema Paradiso es un retrato del alma humana, de los ideales idos y las esperanzas no cumplidas que de cualquier forma, en su recuerdo y en los azares del reencuentro pueden otorgarnos la felicidad.


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