Esta canción de Sinatra (quizá no la mejor aunque sea su buque insignia) de apenas tres minutos, hace pensar pues, en clave retrospectiva, habla de tomar decisiones, de nuestra actitud frente a los éxitos y dificultades, así como del valor de seguir un camino propio.
«EL FINAL YA ESTÁ AQUÍ», espeta al principio. Algo así como que «Lo que es capaz de matarte también puede hacerte renacer». ¿Quién no ha sentido que se le abre un abismo bajo los pies cuando le comunican el final de algo (Un despido, una relación, una enfermedad). ¡Glups! ¡Todo está consumado! ¡Tierra trágame!
Después de un drama, el que sea, partimos de cero. Es así. Y toca levantar. Aunque en el momento no se vea, los finales (no todos) llevan a nuevos principios:
• La ruptura con una pareja posibilita encontrar una nueva.
• Un accidente o una larga enfermedad permite analizar nuestra vida, corregir errores y renacer con un nuevo proyecto.
He amado, he reído y llorado.
Tuve malas experiencias, me tocó perder.
Y ahora, que las lágrimas ceden,
Encuentro tan divertido
Pensar que hice todo eso.
En My way está presente la encrucijada de caminos que es la vida de todo persona. Hay desvíos, largos rodeos y senderos divergentes que nos obligan a tomar decisiones. Cada decisión en nuestra vida nos obliga a definirnos, por lo que incluso si el resultado no es el esperado, el haber elegido nos hace evolucionar personalmente.
«No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas» dejó escrito Séneca —que aunque era de Sevilla no era «andaluz» como popularmente se dice—. Nos pasamos la vida aferrándonos a lo que tenemos y hasta sufrimos ante la idea de su pérdida, es jodido embarcarse en proyectos aparentemente imposibles. ¿Me opero, no me opero? ¿Emigro, no emigro? ¿La dejo o no la dejo? ¿Me dejará él o no me dejará? Nos mantenemos alejados lo más posible del riesgo y de las variantes. No es fácil elegir, es cansado, sobre todo cuando nos enfrentamos a decisiones radicales. Sin embargo, el inmovilismo acaba siendo más agotador incluso, ya que nos sume en la frustración, cuando no la depresión, de ver cómo se nos escapan trenes que podrían conducirnos a otros destinos. ¡Ay, los trenes a los que nunca nos subimos y que se fueron!
«AMIGO, LO DIRÉ SIN VUELTAS». La canción nos habla de la importancia de expresarnos, de manifestar abiertamente lo que pensamos, de decírselo a la cara, lo que origina fricciones, sí, pero a la larga evita muchos conflictos.
Tratar de agradar siempre y callar si no se está de acuerdo, va a dar luego, cuando toque disentir, porque tocará (los humanos somos así y de eso no nos libramos), problemones mayúsculos. Y esto es así porque se acaba uno acostumbrando a un determinado nivel de sumisión, a una tolerancia y a un «siempre ceder». Y se quiere más. Y, llegados a un punto, no hay más. Por consiguiente, viviremos mucho más tranquilos si somos capaces de decir sin vueltas ni rodeos lo que pensamos y sentimos, lo que escuece. Lo que duele.
«ME TOCÓ GANAR, TAMBIÉN PERDER» Hay que asumirlo. Porque la vida nos tiene deparadas, de una y otra, cucharadas a partes iguales. Estamos expuestos a los vaivenes de la fortuna. Y del infortunio hay que extraer la lección. Siempre hay una lectura: Si se teme perder lo que crees que es tuyo (la salud, el trabajo, el amor) y te aferras a ello como un tesoro no vivirás tranquilo, vivirás siempre temeroso de «perder el anillo».
Resumiendo: «La victoria y el fracaso hay que recibirlos con idéntica serenidad y con un saludable punto de desdén»
«SER FIEL A SÍ MISMO». Mira que nos es difícil cambiar y saber escribir nuestra historia por los miedos o barreras que nos ponemos. Nos falta esa capacidad de seguir los sueños, los ideales, los planes trazados cuando la cabeza se hunde en la almohada y hablamos con nosotros mismos en el solitario rincón del cuarto. Nos falta el valor para convertirnos en lo que realmente somos. O en lo que soñamos con ser. Anclados en la inacción nos resignamos a ser espectadores de la vida. La vida pasa y el futuro viene solo. Y cuidado, porque la inseguridad se retroalimenta, y limita cada vez más nuestra capacidad de actuar originando: Ansiedad, falta de confianza, temor a equivocarse y esa pueril ‘necesidad de agradar’.
«LO HICE TODO A MI MANERA». Sabemos gozar de los días soleados pero no de seguir siendo uno mismo cuando son grises. Quien sabe vivir «a su manera» encontrará su propia vía para salir de cualquier crisis. Solo así, cuando caiga «el último telón» del que habla la canción, cuando llegue el invierno y la nieve venga a vernos—que diría el poeta que no soy—, estaremos satisfechos con la obra de nuestra vida.
No cejen. Ánimo. «Caer está permitido. Levantarse es obligatorio»
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